COMUNICACIÓN ENTRE PADRES E HIJOS
1. TIPOS
DE COMUNICACIÓN
Hay dos tipos de comunicación, una mediante las palabras y
otra mediante los gestos, posturas, etc..
a)
Comunicación verbal: la comunicación efectuada
mediante las palabras, ya sean escritas o habladas, se llama comunicación
verbal.
b)
Comunicación no verbal: la comunicación que se efectúa
con los gestos, el tono de voz, la postura etc., es la comunicación que se
llama no verbal o analógica.
A la comunicación no verbal le prestamos
mucha atención y es una de las que más nos impacta, pues nos proporciona una
información más fiable al transmitirse mediante ella los sentimientos. Por
ejemplo, le puedes decir a tu hijo: ¡Esto no me gusta!, y según la manera de
decirlo, puede adquirir para él diferentes significados: enfado, un simple
consejo, broma, preocupación, etc. Observando el tono de tu voz y la expresión
de tu cara, tu hijo sabrá lo que le has querido decir.
A veces no coincide lo que decimos usando
palabras con lo que transmite nuestra actitud; en ese caso siempre prevalece el
mensaje no verbal, es decir, el que transmite nuestro sentimiento.
Si tu hijo recibe mensajes frecuentes en
los que no coinciden las palabras con tus sentimientos y con tu actitud, le
crearás confusión y sobre todo no confiará en ti.
2.
Principales estilos de
comunicación
Hay fundamentalmente tres estilos de
comunicación: agresivo, pasivo y asertivo.
a)
Agresivo: la
persona que se comunica con este estilo generalmente no tiene en cuenta la
opinión del interlocutor o, si la tiene, parece que quiere imponer sus deseos
sin respetar los derechos de los demás.
Son manifestaciones de actitudes
agresivas en la comunicación la voz alta, los gestos de amenaza, las
descalificaciones, los insultos y las desconsideraciones.
b) Pasivo:
Procura no usar el pronombre
"tú", ya que así se evita que alguienan>
Son síntomas de actitudes pasivas los
ojos que miran hacia abajo, la voz baja, las vacilaciones, negar o quitar
importancia a la situación, la postura hundida, etc.
c)
Asertivo: una
persona utiliza un lenguaje asertivo cuando se expresa de forma que respeta
tanto los derechos ajenos como los propios. Es capaz de exponer su punto de
vista y defender sus derechos de una manera clara y sin hacer daño a su
interlocutor.
Son signos de esta actitud mirar a los
ojos, exponer claramente las cosas y un tono de voz tranquila.
Tanto en la relación entre personas iguales
como entre las que no lo son el estilo más adecuado de comunicación es el
llamado asertivo, ya que, cuando lo usamos, escuchamos y entendemos a quien nos
habla, a la par que también expresamos con delicadeza nuestros derechos. Si
usas este tipo de comunicación, tu hijo adolescente se sentirá escuchado y tú,
respetado.
3.
La comunicación en la familia
3.1.
Generalidades
Cada familia tiene una manera particular de
comunicarse; es lógico que al adolescente le influyan las costumbres y los
hábitos que hay en ella. Según los interlocutores hay tres niveles de
comunicación diferentes: de la familia con el exterior, de los padres entre
ellos y de los padres con los hijos.
Hay familias que son muy abiertas y se
comunican mucho con el medio externo. Otras son más cerradas y sólo se
relacionan y hablan lo estrictamente necesario. El mundo externo de la familia
son los otros familiares, los amigos, los compañeros de trabajo o del colegio,
etc. Unas familias abren más sus puertas para unas cosas que para otras; así,
las hay que tienen amigos con los que salen frecuentemente y otras que sólo se
relacionan con los familiares.
La manera en que la familia se comunica
entre ella influye en cómo cada miembro se comunica con su mundo extrafamiliar.
En general podemos afirmar lo siguiente:
Si en la familia los padres
mantienen entre ellos una comunicación sincera y clara, los hijos aprenden a
comunicarse de una manera semejante dentro y fuera del hogar. Si un adolescente
está acostumbrado a vivir en una familia en la que sus padres le comunican
claramente sus pensamientos y sus normas, en la que está permitido hablar de
los sentimientos de cada uno de sus miembros, el adolescente se comunicará con
más libertad, pues sentirá que le está permitido ser sincero.
Si en una familia hay muchos
secretos, miedos y mentiras, al adolescente le será muy difícil cambiar esta
manera de expresarse y continuará con estas pautas.
Cuando la familia critica
frecuentemente el mundo exterior y es tan cerrada que no permite entrar a nadie
en el suyo, el adolescente tendrá dificultad en aceptar a los demás, tendrá
miedo a contar a sus padres las cosas e incluso él mismo será demasiado
desconfiado.
3.2.
Cómo puede afectar a los hijos la comunicación entre los padres
No es raro que en una familia haya
divergencias o problemas entre los padres, pero la manera de manifestarlos y de
comunicarlos en casa difiere de unas familias a otras. Hay padres que no
ocultan el problema, que se comunican entre ellos con las "cartas
abiertas", pero los hay que no se comunican sinceramente, sino que sólo hablan
de cosas superficiales o de las que no son conflicivas.
En ocasiones, más frecuentemente de lo que
parece, cuando hay problemas de relación y de comunicación entre los padres,
éstos involucran directamente a los hijos con la esperanza de poder solucionar
sus propios problemas o de demostrar que tienen razón por estar los hijos de su
parte.
Por ejemplo, algunas veces un padre
comienza a comunicarse más con un hijo o con alguno de ellos, si son varios
hermanos, no porque realmente desee estar más cerca de él, sino simplemente
porque quiere obtener un beneficio propio.
En estos casos los hijos salen muy
perjudicados, ya que se les concede unos falsos privilegios afectivos que tarde
o temprano desaparecerán. Por otra parte, si el conflicto entre la pareja es
grande, esta actitud separa a los hijos de los padres, a veces sin entenderlo y
haciéndoles un daño inmenso que no les permite madurar con normalidad.
Si la relación entre los padres no es
buena, los hijos crecen en un ambiente inadecuado y por ello sufren. No
obstante, si lo que pasa en casa se habla entre los padres, si cuando los hijos
preguntan se les dice la verdad, si no hay mensajes ocultos, la implicación de
los hijos es menor y, por lo tanto, el daño también lo es.
Recomendaciones:
·
Los
problemas de relación y de comunicación en casa ocurren a cualquier edad del
niño, pero en la adolescencia el hijo reacciona ante esta situación, sobre todo
si es confusa, y suele rebelarse contra sus padres.
·
Si
te encuentras reflejado en alguna de estas situaciones anteriores, no lo dudes,
procura dejar fuera del problema a tu hijo.
·
No
obstante, si tu hijo te pregunta, puedes comentar con él estos problemas, pero
sin entrar en los detalles íntimos. No debes intentar que tu hijo los resuelva,
pues no puede hacerlo.
3.3. Cuando en la familia se habla poco
Hay casas en las que el diálogo ha sido
sustituido por el silencio. Las conversaciones se limitan a "Buenos
días", "¿Quieres comer?", "Me voy a estudiar" o
"Adiós".
Hay familias en las que se habla poco, sea
por desacuerdo entre los padres o por costumbre. Hay muchos motivos por los
que, a veces, poco a poco se habla cada vez menos; incluso con frecuencia se
piensa que no hace falta hablar, que ya saben todo unos de otros; se acaba por
no saber de qué hablar. La incomunicación conduce a no entenderse, a
malentendidos y a una sensación de soledad que invita a hablar cada vez menos.
Es cierto que
las preocupaciones laborales y los quehaceres diarios nos distraen
frecuentemente; además, muchas veces no apetece hablar, ni escuchar; lo único
que se desea es leer el periódico o ver la T.V.
Durante la adolescencia no es raro que tu
hijo hable menos, que no quiera contarte su intimidad. A los adolescentes les
gusta estar solos, tener su espacio privado. Pero eso no quiere decir que no
necesiten el diálogo. La comunicación entre padres e hijos es imprescindible
para entenderse, para estar a gusto en casa.
¡Procura que el diálogo no falte en tu
casa! En un ambiente en el que se habla poco es difícil que apetezca contar tus
cosas, reina el silencio, generalmente acompañado de sentimientos de soledad y
tristeza. Por el contrario, en un ambiente más comunicativo en el que cada uno
dice las pequeñas cosas diarias es más fácil que tu hijo adolescente también
cuente sus preocupaciones y se sienta más acompañado.
3.4.
La comunicación con el adolescente
a)
¿ Qué características particulares tiene?
La adolescencia es un período de múltiples
cambios que son vividos con muchos sentimientos, a veces contradictorios. Toda
la inseguridad y miedo que tiene el adolescente se ve reflejada en la manera de
relacionarse y de comunicarse con los demás. No debes olvidar que verás esto
reflejado en tu hijo. No conviene darle demasiada importancia a sus rotundas
expresiones. En este aspecto debes tener en cuenta lo siguiente:
·
Los
adolescentes son especialmente sensibles a las críticas y desconsideraciones de
los demás.
·
Los
adolescentes, sobre todo durante la primera y la segunda etapa, son muy impulsivos,
circunstancia que puede ocasionar dificultades en la comunicación.
·
Los
adolescentes a veces discuten más para convencerse a sí mismos que para
convencer al interlocutor.
·
Los
adolescentes desean afirmar su autonomía de pensamiento y de acción y, por ello,
sostienen con sus padres la opinión contraria, para mostrar que son diferentes.
·
Los
adolescentes son muy sensibles a la sinceridad en la relación y en el diálogo.
b)
¿Cuáles son los errores más frecuentes?
·
No escuchar: Para evitarlo, es importante encontrar
momentos de calma y de tranquilidad que faciliten el diálogo. En la vida
actual, con sus múltiples obligaciones y prisas, es difícil encontrar tiempo y
tranquilidad para escuchar adecuadamente.
·
Hay que prestar atención para entender lo que el adolescente
quiere decirnos detrás de sus palabras. Frecuentemente no se interpreta bien lo
que el adolescente quiere decir.
·
No
escuchar positivamente. En el período de la adolescencia es frecuente que
los padres tengan actitudes negativas hacia lo que les dicen sus hijos. Por
miedo rechazan ideas nuevas o sólo ven lo malo de lo que les cuentan. Una
actitud positiva y optimista facilita mucho el diálogo. Si, ante cualquier
comentario de tu hijo, sólo ves lo negativo, acabará no teniendo ganas de
hablar contigo.
·
Menospreciar las ideas de los
adolescentes.
Es frecuente considerar a un adolescente como adulto para unas cosas y como
niño para otras. Aunque en realidad sea así, hay que tener en cuenta que el
adolescente es fundamentalmente una persona diferente, con ideas propias, que
pueden parecernos infantiles y exageradas. Hasta que descubra lo que realmente
quiere, necesita variar de pensamientos y equivocarse. Incluso a veces sus
ideas nos parecen locuras, pero simplemente son diferentes. Debes respetar sus
ideas aunque no estés de acuerdo con ellas y transmitirle tu opinión con
respeto, sin hacerle sentirse inferior.
·
Tomar la manera de discutir del
adolescente como algo personal.
El adolescente suele acalorarse en las discusiones y persistir en sus ideas porque
quiere convencerse a sí mismo de lo que dice y demostrar así que es mayor. Si
no te falta el respeto, no hay que pensar que el adolescente va en contra tuya.
Mantén la calma, que poco a poco entenderá y aceptará tu opinión.
·
Ponerse a la altura del adolescente. Hay momentos en las
discusiones en que es fácil creer que hablas con un igual y en que puedes
sentirte como si fueras tu hijo adolescente. No hay que olvidar que como padre
eres su educador, no igual a él. En esos momentos recuerda que le estás educando
y que tienes autoridad sobre él.
4.
Actitudes y métodos para mejorar la comunicación
4.1.
Escucha activa
La escucha activa es una habilidad que
ayuda a comprender a la persona que nos está hablando y transmitirle el mensaje
de que está siendo entendida y aceptada.
En la escucha activa la actitud que
adoptes es mucho más importante que las palabras que digas a tu hijo. Si la
actitud no es comprensiva, cualquier cosa que le digas será recibida e
interpretada como rechazo. Tus palabras no le engañarán. Recuerda que la
comunicación no verbal, la que transmite los sentimientos, es la más
importante.
Escuchar activamente es fundamental para
comunicarte bien con tu hijo, pues con esta actitud le invitas a continuar
hablando. Para escuchar activamente hay que ponerse en la situación de la otra
persona; es preciso escuchar no sólo sus palabras, sino también percibir sus
sentimientos.
Además, hay que
decirle que le has comprendido resumiendo brevemente el contenido de su mensaje
y la emoción con que lo ha expresado.
Mediante la
escucha activa tratarás de escuchar no sólo sus palabras ofensivas, sino
también sus sentimientos de dolor. Con algunas palabras le transmitirás a tu
hija que la has entendido. Esto no quiere decir que le vas a asegurar que estás
de acuerdo con ella o que te parece bien lo que ha dicho.
Con una escucha activa nos ponemos en actitud
de entender los sentimientos y de aceptar a la persona. Si al hablar, tu hijo
se siente aceptado, le estás invitando a que continúe hablando. Vamos a ver
otro ejemplo donde nos muestra cómo la hija, al sentir que su dolor está siendo
comprendido, se tranquiliza, continúa hablando y ella misma se dará más
fácilmente cuenta de su error.
a)
¿Cuándo emplear la escucha activa?
Debe emplearse esta técnica
fundamentalmente cuando hay sentimientos negativos. No es preciso usarla cuando
solamente hay intercambio de información. Por ejemplo, si tu hijo te informa de
que va a llegar tarde porque juega al fútbol, simplemente te está dando una
información. No hace falta comunicarle que están siendo comprendidos sus
sentimientos.
b)
¿Qué pasa si no descubro qué sentimiento tiene mi hijo?
Lo importante es que sienta que estás
tratando de comprenderle. Si te equivocas, él mismo te corregirá. Hay que
respetar el silencio, no tener prisa, no interrogar prematuramente, dejar que
el adolescente se desahogue, mostrarle que estamos a su lado si nos necesita.
Así, seguramente preferirá contarnos lo que le pasa.
c)
¿Se pueden aceptar todos los sentimientos?
Todos los sentimientos pueden aceptarse,
aunque sean muy negativos, pues negándolos no desaparecen. Es mejor que tu hijo
te hable de ellos, aunque sean desagradables. Otra cosa diferente es que estés
de acuerdo o que te parezcan bien.
Si
el sentimiento que percibes en tu hijo es de odio o de deseo de muerte, después
de aceptarlo, le puedes decir que no estás de acuerdo con esos sentimientos.
Probablemente, él solo cambie de opinión. Tu hijo no necesita que estés de
acuerdo con sus sentimientos, sino sólo que los reconozcas.
d)
¿Puedo hacer preguntas?
Cuando estás escuchando a tu hijo es mejor
callar y simplemente demostrar que le has entendido sus palabras y sus
sentimiento. Pueden usarse frases como las siguientes:
- "Pareces
disgustado".
- "Debes de haber pasado
un mal rato".
En cambio, no es conveniente hacer
preguntas al principio de la conversación, como las siguientes:
- ¿Por qué?
- ¿Qué te pasa?
Parece que pides una explicación, no que
estás interesado es sus sentimientos. Las preguntas adecuadas pueden venir
después.
4.2.
El diálogo en los enfados
a)
Actitudes negativas
Cuando nos enfadamos es frecuente ponerse
nervioso y usar métodos inadecuados para hablar con los hijos. Demasiadas veces
se emplean las siguientes frases que manifiestan sentimientos negativos hacia
ellos:
- Reproches y acusaciones: Insultos:
"¡Cuántas veces tengo que
decirte esto!". "¿Cómo
puedes ser tan memo?".
"¡Eres un egoísta!". "¡Pareces
idiota!".
"¡Eres un
mentiroso!".
"¡Tú tienes la
culpa!".
- Amenazas:
"¡Como vengas esta noche
tarde, no entras en casa!".
- Órdenes:
"¡Quiero que limpies tu
habitación en este mismo momento!".
- Sermones moralizantes:
"¿Te parece bonito lo que has hecho con lo
peligroso que es?".
- Victimismos:
"¿Qué quieres, que me
ponga enferma?".
"Sólo me das dolores de
cabeza".
- Comparaciones:
"¡Aprende de tu hermano,
él sí que lo hace bien!".
"¿Por qué no te peinas
como Susana? ¡Ella sí que tiene gusto!".
- Sarcasmos:
"¿Éste es el mejor regalo
que se te ocurre? ¡Parece un espantapájaros!".
- Profecías:
"¡Si sigues .mintiendo
tanto, te quedarás solo!".
"¡Sigue, sigue así, que vas a ser un
fracasado!".
b)
Actitudes positivas
Hay infinidad de situaciones que hacen
enfadar a un padre. Puedes mostrarte enfadado; incluso es necesario que lo
hagas, pero si utilizas expresiones como las anteriores, será imposible esperar
de tu hijo una actitud positiva de entendimiento o de cambio.
Una actitud más positiva sería la
siguiente:
1º Si estáis muy nerviosos tú o
tu hijo, espera un poco o retrasa la conversación hasta el día siguiente, según
lo veas más apropiado. Discutir en caliente generalmente no es oportuno, pues
se suelen decir cosas de las que luego te arrepientes.
2º Describe lo que ves, lo que
te está enfadando, con frases como las siguientes:
-"Tu habitación está muy
desordenada".
- "En esta evaluación hay
dos suspensos".
- "Los platos están sin
fregar".
En cambio, no hubiera sido
adecuado decir:
- "Eres una egoísta, no
piensas en tu madre".
- "Tú has suspendido 2
asignaturas".
- "Tú no has fregado los
platos".
Procura no usar el pronombre
"tú", ya que así se evita que alguien se sienta directamente acusado.
3º Decir claramente lo que tu
deseas que haga tu hijo.
- "Quiero que te esfuerces
como eres capaz de hacerlo".
- "Hay que recoger la
cocina".
en vez de usar éstas otras:
- "¡Eres un vago, no
estudias nada!".
- "¡No te vas a morir por
ayudar un poco!".
4º Comentar tus propios
sentimientos.
¡Si estás enfadado, muéstrate
enfadado!. No tengas miedo a mostrar tus sentimientos. Se puede ser sincero sin
necesidad de herir, puedes mostrar tu enfado sin atacar a tu hijo.
En vez de decir:
- "¡No mientas, sé que por
las tardes no estudias!".
Comenta tus sentimientos:
- "Me duele que no
reconozcas que puedes estudiar más".
En vez de:
- "¡Siempre te escabulles
para no hacer nada!".
Dile lo que sientes:
- "Me siento mal, creo que
te estás aprovechando de mí".
Especialmente debes cuidarte mucho de no
poner etiquetas a tu hijo, ya que no ayudan nada a cambiar de conducta, sino
que sólo favorecen que verdaderamente se comporte según el adjetivo que le has
dado. La opinión de los padres influye mucho en la imagen que se forman los
hijos de ellos mismos y en la forma de actuar de éstos. Si le llamas egoísta,
acabará por serlo; si te parece que es egoísta, no se lo debes decir, y menos
cuando estás enfadado. Es mejor decirle lo que no te gusta sin ponerle nombre a
su comportamiento.
4.3.
Resolución de los problemas mediante el diálogo
Para resolver los múltiples problemas que
surgen con los hijos, puedes estar seguro de que el mejor camino es el diálogo.
A continuación se comentan unas sugerencias que pueden ayudarte a mejorar este
proceso.
En primer lugar, tienes que
mentalizarte positivamente y ponerte en una actitud de comprensión y de
sincronización con tu hijo. Piensa: "Estaré atento a toda la información
que me dé, descubriré sus sentimientos, no daré sermones ni haré sentencias. Voy
a respetar su opinión".
También tienes que estar seguro
de que es un buen momento para hablar, tanto para ti como para tu hijo. No se
pueden resolver problemas si no estamos calmados.
En el diálogo, de lo primero
que tendrás que hablar será de los sentimientos y necesidades de tu hijo. Debes
escucharle atentamente, sin interrumpirle, dejarle hablar. Intenta ver
claramente cuál es el problema.
Seguidamente hablarás de tus
sentimientos y necesidades.
Pensad juntos las soluciones
posibles que veáis. Incluso pueden escribirse. No debes despreciar ninguna
idea, por extraña que parezca. Todo lo que se os ocurra debe ser tenido en
cuenta.
Por último, decidid qué sugerencias no son buenas y en
cuáles estáis de acuerdo. Si no podéis hallar una solución en ese momento,
significa que necesitáis más meditación, más intercambio de opiniones.
Estrategias:
·
Dejadlo
para otro momento.
·
Debes
ponerte en el lugar de tu hijo para intentar entenderle, recordar lo que tú
sentías a su edad, lo que te gustaba.
·
Probablemente
encuentres que tu hijo es más exigente de lo que tú eras. Debes tener en cuenta
que, en la mayoría de los casos, ahora hay más confianza con los padres, y eso
hace que se atrevan a pedir más. Si crees que lo que desea tu hijo realmente no
le conviene y no estás dispuesto a permitírselo, dile tus motivos; aunque
inicialmente se enfade, en el fondo lo comprenderá.
·
Casi
todos los problemas se pueden solucionar llegando a un acuerdo mutuo. Si no es
posible, por supuesto que el educador y el responsable eres tú .
Recomendaciones:
·
El
diálogo es el mejor medio de conocer a tu hijo, de resolver problemas, de
aumentar la unión entre vosotros.
·
Busca
tener tiempo para hablar, ambientes en los que a tu hijo le apetezca más
hablar. Habla aunque sea de cosas poco importantes. El diálogo es también una
costumbre que se aprende. Si habláis de todo en casa, le será más fácil hablar
de lo que le preocupa.
·
Aprende
a escuchar activamente. No olvides: Escucha atentamente y dile que has
entendido su sentimiento.
·
Usa
un estilo asertivo de comunicación: Respeta a quien te habla, pero expresa tus
deseos sin hacer daño.
·
Cuando
te enfades, si es posible, espera a estar calmado para hablar. Muchas veces es
mejor callar que hablar.
·
Que
tus conversaciones se acompañen frecuentemente de HUMOR.
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